Esta es ya la ilustración finalizada, realizada a tinta y en su formato real. Quería mostrar el espacio de trabajo de un sabio de finales del S. XVI, y conectarlo con todo ese conocimiento astrológico que muchos deseaban alcanzar.
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La decisión de ambientar este peculiar rincón en tal escenario, alejado de todo y rodeado de estrellas en pleno espacio, remarca la soledad destinada al estudio a la que algunos de estos personajes se confinaban durante algunos períodos de tiempo. También quería situar la acción en un ambiente extraño, fascinante, nuevo y desconocido, acorde con ese período de descubrimientos que fue esta era.
Resulta interesante sugerir también uno de los más probables orígenes de la imagen del mago que ha trascendido hasta nuestros días, cuya estética está fuertemente vinculada a la de los alquimistas medievales y renacentistas, con esas largas túnicas y el característico sombrero puntiagudo, cuyo origen puede venir del gorro frigio que ha sido relacionado –además de con otras cosas- en algunos aspectos con la alquimia.
De cualquier manera, fuera de estereotipos fantásticos, mi idea era representar un científico real de 1590-1600 en un laboratorio de aquélla época, donde podría encontrarse tanto instrumental del reciente Medievo como demás utensilios renacentistas. Sin embargo, la ambientación y su emplazamiento tienen más que ver con una representación subjetiva.
En un primer momento quería mostrar la torre en toda su altura, pero el laboratorio se perdía en el formato, quedando el total un poco vacío. Por tanto, me centré justo en él, eliminando además parte del muro para ver mejor su interior. Opté por un formato marcadamente panorámico buscando esa sensación de un laboratorio flotando en el espacio. Además, permitía oxigenar bastante la composición y otorgarle una mayor sensación de espacio alrededor.
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