Este es un soldado italiano de la
parte de la Romaña –antiguo territorio ubicado en el centro de la península
itálica-. Esta forma de vestir podía verse también en Borgoña o en algunos de
los territorios del Sacro Imperio.Va tocado con una beretta, y llaman la atención varias partes de su vestimenta; las aberturas en la ropa, destinadas a ganar movilidad, así como sus calzas bigarradas, que comenzaron a extenderse
con fuerza en el último tercio de siglo, resultando en estos
característicos pantalones a rayas de diferentes colores, registradas en las pinturas de los siglos XV-XVI. La moda
italiana en esta época se caracterizaba por un especial colorido y riqueza de
telas, debida a la estratégica posición de sus puestos de comercio. Eran también los territorios del norte importantes centros de producción de armas y armaduras de gran calidad.
Este ballestero va equipado con una ballesta de cranequín, un tipo de
mecanismo que era utilizado para recargar el arma. Se acoplaba a la cureña de
la ballesta, asegurada en las clavijas, y el otro extremo se enganchaba en la
cuerda. Mediante una manivela, el engranaje tensaba la cuerda hasta dejarla enganchada
en la nuez, dejando así el hueco para colocar el proyectil. El gatillo liberaba
la nuez, y ésta dejaba pasar la cuerda con toda la fuerza acumulada disparando
así el virote.
Italia estaba en esos entonces compuesta mayormente por ciudades estado, cuya mayoría componía sus fuerzas militares de ejércitos de mercenarios, en vez de en tropas regulares. De ahí el éxito de la figura del condottiero, capitán mercenario dedicado a gestionar y formar ejércitos enteros. Tal fue su éxito que, de hecho, algunos llegaron a gobernar ciudades, como Francesco Sforza, que llegó a ser duque de Milán en 1450. Este sistema tan basado en los mercenarios comenzó a desmoronarse hacia finales del siglo XV, a raíz del choque de modelos de organización militar que supusieron las presencias francesa y española en Italia.
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