Este peregrino podría encuadrarse entre finales del siglo XV
y principios del XVI. Sobre una vestimenta humilde y cómoda para viajar, era normal
encontrar a estos caminantes pertrechados con el típico sombrero sobre el que
solían lucir insignias religiosas, así como con la capa y el bordón, o bastón.
Llevando encima todo lo que pudieran necesitar, contaban con un morral para
guardar sus pertenencias y una cantimplora en la que almacenar el agua. Bien
conocida es la tradicional calabaza disecada que se llevaba atada al bordón,
aunque aquí he querido representar una cantimplora de la época, cuya forma resulta
familiar a la de nuestros días. La concha, símbolo inequívoco del peregrinaje a
Santiago constituye también un elemento característico de la imagen de estos
peregrinos.
Esta es la primera ilustración de una serie que muestra
personajes del siglo XV, concretamente de su último cuarto (1475-1500). Como
serie, opté por establecer unos elementos que se repitieran en cada
composición, y por ello opté por el marco que delimite el espacio de la escena.
Como en otras composiciones, seguí investigando los límites del formato,
permitiendo que los elementos se abran paso a través de ellos creando ese juego
de “interior-exterior”. Aproveché también esta ocasión para experimentar con el
uso de la línea y los planos de color, centrándome en estos elementos para conseguir
dotar de volumen y ritmo las formas a representar, y prescindiendo aquí de la
rayada con la que habitualmente me siento más cómodo trabajando. Sobre todo, pretendía
prestar atención al uso de la línea.
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