Aquí se muestra un arcabucero de finales del siglo XV. Éste
concretamente lleva los colores de Lübeck, en referencia al hecho de que en
1475 se consiguió vestir con los mismos colores a varios centenares de soldados
provenientes de este lugar –algo poco común; más adelante se hablará de este
tema-. Al margen de los colores, por el tipo de vestimenta, podría pertenecer a cualquier lugar del Sacro Imperio Romano Germánico, y prácticamente a la mayoría de enclaves europeos de la época.
Este soldado lleva un arcabuz de mecha. Un arma de este tipo
requería portar un cierto equipo para llevar la pólvora, los proyectiles y
mechas, y el proceso de recarga era lento y metódico. En primer lugar, se
echaba pólvora en el cañón, luego la bala y se compactaba con una baqueta. A
continuación, se vertía pólvora en la cazoleta, y luego se prendía la mecha.
Cuando la mecha entraba en contacto con la pólvora de la cazoleta, ésta prendía
la pólvora del interior del cañón a través de un conducto, y se producía una
pequeña explosión que hacía que la bala saliera disparada por el único orificio
de salida posible. Estas armas eran relativamente fáciles de manejar, y aunque
de lenta recarga y poco fiables, eran devastadoras si hacían blanco.
Fue a principios de este siglo -XV- cuando empezaron a ganar
protagonismo en los campos de batalla europeos, y para esta fecha -1475-, las
armas cortas de mano eran un elemento no poco común entre la infantería. Fueron
uno de los elementos que contribuyeron a cambiar la concepción de la guerra en
esta época.
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