A los suizos se les debe la reintroducción definitiva y
relevante de la pica en los campos de batalla del siglo XV. A causa de la
necesidad de combatir contra la caballería pesada de la época, comenzaron a
utilizar esta arma ya desde el primer tercio de siglo para contrarrestar sus
demoledoras cargas, y poco a poco fueron perfeccionando su técnica y ganando una
relevancia militar que trascendía fronteras. Aunque esta fama no se debía sólo
a sus armas.
Las victorias helvéticas
obtenidas en las Guerras Borgoñonas, que enfrentaron al Ducado de Borgoña
contra el Reino de Francia, entre 1474 y 1477, pusieron de relevancia la
disciplina y el modelo de combate más eficiente de los suizos –cuya
organización social permitía crear unidades más comprometidas y cohesionadas-, siendo
decisivo para decantar la victoria del lado helvético y francés. Estas
victorias centraron la atención en dicho sistema, y la disciplina suiza fue
tomada como referencia posteriormente por otras potencias a la hora de
organizar sus ejércitos, cuando no se les contrataba directamente como
mercenarios.
Este suizo va protegido únicamente
con un común casco tipo sallet. Su
ropa define claramente los colores de Uri, aunque lo normal sería vestir de
forma más heterogénea, con alguna prenda que representara alguno de los colores
si se pudiera. La cruz blanca típica de los helvéticos -que sí era un elemento común entre este ejército- solía coserse en el
muslo, pecho, hombro o capucha. Estos hábitos de vestir pueden verse reflejados
en manuscritos de la época, como en las ilustraciones de la Crónica de Lucerna,
de Diebold Schilling el Joven, en las que aparecen representaciones de los ejércitos
suizo y borgoñón de finales del siglo XV.
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