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viernes, 12 de febrero de 2021

Desde el Mar sin Mareas: el terror marino de William Hope Hodgson

Pues aquí está finalmente terminada la ilustración sobre el relato Desde el mar sin Mareas, que mostré por aquí hace un tiempo. La idea tras esta ilustración era hacer un pequeño homenaje a este escritor, que destacó no solamente con sus obras de terror marino, sino también con otras de terror cósmico (La casa en el confín de la Tierra) y temática sobrenatural (Carnacki, el cazador de fantasmas).

A grandes rasgos, Desde el mar sin Mareas nos describe cómo un barco descubre en alta mar una misteriosa barrica flotando a la deriva. Tras hacerse con ella e investigarla, descubren que en su interior guarda una misteriosa crónica escrita por los supervivientes de un barco desaparecido tiempo atrás, el Homebird. Esta es la historia que Hodgson nos cuenta en su relato, donde los supervivientes de este barco se enfrentan a las criaturas que moran en el inhóspito Mar de los Sargazos.


Originalmente, el relato fue publicado en 1906 en varias revistas americanas, y posteriormente Hodgson escribió una segunda parte en 1907. En la ilustración quise hacer referencia a las criaturas aparecidas en ambas partes. En primer plano se muestra el momento álgido de la segunda historia, en la que los personajes se las ven con un crustáceo gigantesco que invade su precario refugio: los restos del Homebird, el barco desaparecido protagonista del  relato.

Del mismo modo, en la imagen también quise representar los terribles tentáculos que se describen en esa primera parte de la historia. En el centro de la composición se encuentra uno de los barriles en los que los supervivientes del Homebird lanzaron sus escritos a alta mar con la esperanza de que alguien los encontrara. Como se narra, fueron un total de cinco barricas las que lanzaron a la mar, cada una con una parte de la odisea de estos supervivientes, pero tan sólo dos de ellas fueron halladas -estos dos relatos que componen la historia total-. En la parte inferior de la imagen hay tres rollos de papel apresados por uno de los tentáculos. Quise representar de esta manera esas otras tres partes de las que Hodgson nos cuenta que nunca llegaron a encontrarse.




Quería que la ilustración en general tuviese un cierto tono de terror, pero también de aventura. Normalmente me intento pegar bastante a la anatomía humana a la hora de representarla, pero esta vez decidí exagerar claramente  las poses y las facciones con el fin de reflejar de forma más expresiva las emociones de los personajes.

Finalmente, opté por emplear una tipografía que tuviese ciertas reminiscencias a los pósters de las películas del cine de terror clásico, que pensé que podría quedar bien con el concepto general de la imagen, aportando a la vez un tono cálido que contrastara con el resto de colores de la composición.

En definitiva, era una ilustración que tenía bastantes ganas de hacer, pues como ya comenté antes, creo que Hodgson es uno de esos fantásticos escritores que son relativamente poco conocidos para el gran público, algo que resulta desconcertante habida cuenta de la calidad, originalidad, detalle y fuerza de su obra. Espero que esta ilustración acerque un poco más este mundo de barcos, naufragios y misterios y oscuras maravillas marinas nacidas de la mente de este escritor.

sábado, 31 de octubre de 2020

El Entramado IV: Refugio habitado

Normalmente, se pueden ver estructuras, casas, e incluso mastodónticas ciudades en muchos lugares durante el viaje. Sin embargo, la mayoría suelen estar deshabitadas como cascarones vacíos. En muy raras ocasiones, por suerte tan solo estarán habitados puntualmente por individuos que necesitan un alto en su camino o minúsculos grupos de poblaciones temporales.


No obstante, no es infrecuente que estos lugares, abandonados, olvidados y fuera de la memoria desde hace infinidad de tiempo, sean el refugio de criaturas de la más extraña naturaleza.



EL ENTRAMADO IV:
Refugio habitado 

Las ruinas son una constante 
a lo largo del camino.
 Integradas en el entorno, 
ofrecen refugio al
viajero cansado.

Pero incluso los lugares altos, 
aparentemente seguros,
deberían ser revisados dos veces
antes de entrar en ellos.

viernes, 16 de octubre de 2020

El Entramado III: La Ciudad Aislada

Otra nueva ilustración que amplía los caminos del Entramado. En este caso, se trata de una ciudad habitada permanentemente, uno de los pocos núcleos de población entre vías y rutas abandonadas recorridos por vagabundos, caminantes, aventureros y gente perdida. Esto es algo tremendamente atípico, pues lo normal es encontrar estos lugares desoladoramente abandonados y tomados por la naturaleza, integrados en la red de caminos de todo el Entramado.


Estas ciudades habitadas suelen estar aisladas, y algunas de ellas son tan inmensas que la vista difícilmente consigue abarcarlas si no es desde una buena distancia, y parece que sus edificios tocaran los mismos cielos e incluso que estos los abrazaran.



EL ENTRAMADO: III
La Ciudad Aislada

Rara es la ocasión en la que el camino ofrezca refugio seguro,
y más aún la presencia de ciudades habitadas permanentemente.
Sus habitantes viven asentados, sedentarios, 
como una isla urbana en un mar gris de caminos, laberintos y peligros mudos.

Sin embargo, más raro es aún que el caminante,
al ver estas colosales ciudades que rallan las estrellas,
decida quedarse demasiado tiempo en ellas,
pues este siente de inmediato la necesidad de seguir con su camino, 
por errático que este fuera.

miércoles, 7 de octubre de 2020

Der Rattenfänger: el cazador de ratas


La figura del cazador de ratas.


A lo largo de la historia, la rata ha sido un animal especialmente temido, considerado como portador de enfermedades y plagas. Sucesos como la epidemia de Peste Bubónica en Europa del S.XIV no hicieron más que aumentar la mala fama de estos animales.


Aunque las causas y la virulencia de muchas de estas epidemias tenían casi tanto que ver –o más- con la falta de higiene como con las ratas, lo cierto es que no fue infrecuente el oficio de “cazador de ratas”. Durante siglos, este, con la ayuda de diversos cachivaches, jaulas e incluso de ciertos animales como hurones, limpiaban de ratas casas y pueblos.


En cierto sentido, la figura del cazador de ratas podría entenderse como la de un luchador contra la enfermedad, que evitaba que la peste, la epidemia y la enfermedad se propagasen por las poblaciones.


Este desaparecido oficio constituye un vestigio de la realidad tal y como era antes, oficio que en cierto modo es revelador de las necesidades y temores de época pasadas, de la forma de vida de sus gentes, de sus problemas y, en definitiva, una peculiar muestra de cómo era ese mundo antiguo que a día de hoy se nos presenta tan incomprensible como fascinante en muchos aspectos.

 





El cazador de ratas. La oscura historia del flautista de Hamelin.


Al hablar de cazadores de ratas, es difícil que no se venga a la mente el que pueda ser el más famoso de la Historia: el flautista de Hamelin que, según el cuento popular, fue capaz de desinfectar dicho lugar de ratas empleando tan solo el sonido de su flauta.


Pero cuando se le sigue la pista a este “cuento”, esa colorida historia comienza a tomar un aspecto realmente oscuro y desolador. Y es que que no se trata de un cuento ambientado en la Edad Media inventado en el S.XIX, sino que tiene su origen en un desconcertante y escabroso suceso que parece ser que fue bien conocido por sus contemporáneos.


A pesar de que a día de hoy aún no se han podido aclarar los hechos, está bien identificado en el tiempo, y el primer testimonio que se puede encontrar de esta historia –representado en la viga de una casa de Hamelin, hoy conocido como “Rattenfängerhaus”, “Casa del cazador de ratas”-, se recibe como un mazazo por lo sobrecogedor de su breve pero contundente narración:


“ANNO 1284 AM DAGE JOHANNIS ET PAULI WAR DER 26 JUNII DORCH EINEN PIPER MIT ALLERLEI FARVE BEKLEDET GEWESEN CXXX KINDER VERLEDET BINNEN HAMELEN GEBON TO CALVARIE BI DEN KOPPEN VERLOREN.”


La traducción sería algo como:


“EN EL AÑO 1284 EN EL DÍA DE JUAN Y PABLO, EL 26 DE JUNIO, 130 NIÑOS NACIDOS EN HAMELIN FUERON LLEVADOS POR UN FLAUTISTA VESTIDO DE MUCHOS COLORES AL CALVARIO CERCANO A LAS KOPPEN Y ALLÍ PERDIDOS.”


Algunas teorías sostienen que la pérdida pudiera haber sido por un suceso natural, que el flautista pudiera ser un reclutador militar, e incluso una alegoría de la peste –aunque estaríamos hablando poco más de medio siglo antes de la terrible epidemia de Peste de 1348 que marcaría la Edad Media-.


Y es que este texto podría resultar absurdo, de no ser por la tragedia que relata, pero lo cierto es que si nos ceñimos a lo escrito, el causante de todo es “un flautista vestido de muchos colores”. ¿Quién era esta persona? ¿Con qué intención lo hizo? Parece ser que lo que quiera que sucediese no fue algo ordinario, sino que golpeó a Hamelin con fuerza, ya que dejó una oscura huella en la sociedad de la época, recordándose su historia durante muchos siglos después.


Aunque como se puede ver, en este suceso no hay ni rastro de las famosas ratas. No será hasta 1565 (circa) cuando por primera vez, en la “Zimmerische Chronik”, su autor, el conde Froben Christoph von Zimmern, al relatar esta historia mencione el hecho de que, antes de la desaparición de los niños, el flautista libró Hamelin de las ratas, y en venganza por el impago de este trabajo, se llevó a los niños con él, tal y como se relata en el texto original de 1284. Este extracto pertenece a la edición de la “Zimmerische Chronik” publicada en 1881-82 –a partir del original del S. XVI-:


“Uf das ist er durch alle gasen der ganzen stat mit eim pfeifle gangen, dasselbig an den mundt genommen und gepfiffen. Alsbaldt haben sich alle ratzen der ganzen statt ußer allen heusern versamlet und haufechtig mit ungleublicher anzall im uf dem fueß nachgelofen für die stat.”


La traducción vendría a ser algo parecido a esto:


“Así pues pasó a través de todas las calles del pueblo con su flauta, que puso en su boca y comenzó a tocar. Inmediatamente todas las ratas de todo el pueblo se reunieron afuera de las casas y siguieron sus pasos de forma masiva, en increíble gran número.”


Si se tomaran como ciertas estas palabras –en la medida de lo posible- , esto podría verse como un cierto esclarecimiento de los hechos, lo que los haría tremendamente más extraños aún. O por el contrario, podría verse como una deformación de la historia original, si se considera el elemento de las ratas  como uno fantástico -influenciado por el fuerte impacto dejado por la Peste Bubónica en Europa-. En cualquier caso, estamos ante una historia que, según todo apunta, tiene sus raíces en un suceso real, y que ha perdurado a través del tiempo en dos versiones –una sin ratas y luego con ellas- hasta convertirse prácticamente en una leyenda popular.


En cualquier caso, el flautista aparece como un personaje más bien maligno en sus orígenes, misterioso y casi diabólico –como lo definiría más tarde Johann Weyer en su “De praestigiis daemonium”, a finales del S.XVI: “un sanguinario demonio flautista” (si se me permite una arriesgadísima traducción del latín original)-.

 



La ilustración: “der Rattenfänger: el cazador de ratas”


Por todo esto, este personaje me parece muy representativo de la Edad Media -y la Edad Moderna- más genuina y misteriosa. Y no solo por hacer alusión al antiguo oficio de cazador de ratas, sino por constituir una de esas historias que hacen que aquéllas épocas tengan ese tinte tan cautivador, potente, desconocido y salvajemente extraño que da la impresión que ni mil cuentos actuales harían justicia a sus verdaderos y fascinantes secretos.


A la hora de hacer la ilustración decidí hacer una representación de este personaje con la intención de representar no a un danzarín flautista ataviado con ropas de juglar genéricas, sino a un personaje ambiguo, malicioso y taimado. Dado que la idea original de la ilustración giraba en torno a la figura del cazador de ratas, opté por representar al flautista a la moda de 1560: el primer momento –que se tenga constancia hasta ahora- en que vio la luz por escrito  la figura del flautista de Hamelin como cazador de ratas –pues no aparecían ratas en el testimonio de 1284-.


Así pues, va vestido con la vestimenta típica de esa época en la zona que comprendería la actual Alemania, Países Bajos y demás centroeuropa –aproximadamente, antiguo Sacro Imperio Romano-. Este sería el atavío común de la época empleado por la gente de pueblos y villas: un jubón, tocado y calzas, con su correspondiente coquilla. Porta un cuchillo largo, empleado por campesinos de la época, junto con una pequeña bolsa  para guardar sus pertenencias personales (los grabados de Behnam de la época son buen testimonio de esto). En esa época, y a juzgar por el arte contemporáneo, cada calza seguían pudiéndose fraccionar en dos, llevándose las rodillas totalmente descubiertas, dejando la parte inferior ceñida bajo ellas, como se ve en la ilustración.


Así pues, va con el atavío básico de la época usado por la gente de pueblos y villas en la zona que comprendería la actual Alemania –antiguo Sacro Imperio Romano (aprox.)-: jubón, tocado y calzas, con su correspondiente coquilla. Porta un cuchillo largo, común entre los campesinos, junto con una pequeña bolsa para guardar sus pertenencias (como se ve en los grabados de Benham de mediados del S.XVI). Cada calza seguía pudiéndose fraccionar en dos, llevándose las rodillas descubiertas, con la parte inferior ceñida bajo ellas.


Me pareció adecuado representar al flautista descalzo, como si no temiera las heridas fatales que las ratas –y sobre todo sus pulgas- pudieran producirle, seguro de la confianza en sus oscuras habilidades; incluso como un símbolo de hermanamiento con estos animales, dando a entender que realmente es él quien controla las ratas, como una encarnación de la misma Peste que las convoca y dispersa a placer.


La pose del mismo pretendía ser esquiva, anunciando cierta amenaza, y su mirada penetrante y siniestra. Como detalles, no quería renunciar al colorido del flautista de 1284, y además de en la vestimenta, me pareció adecuado que presentara heterocromía, un ojo de cada color. Por último, la nota que toca no existe, dando a entender que quizá no es la flauta la que obra el “milagro”, sino otra capacidad oscura de este ser.





En la composición del dibujo quería hacer hincapié en la fantástica habilidad del flautista de conducir las ratas a su merced. Y finalmente, incluí el texto antes mencionado, el primero que hace referencia al flautista de Hamelin como cazador de ratas.


En definitiva, en esta ilustración quería recoger, por un lado, ese curioso oficio del cazador de ratas, testigo de una época, y para hacerlo, quería hacer mención a este misterioso flautista y a toda su leyenda, realidad y oscura historia.





lunes, 30 de marzo de 2020

Viaje interior

Con motivo de la situación de cuarentena actual, el periódico IDEAL de Granada ha llevado a cabo una iniciativa consistente en la publicación de una serie de viñetas, centradas en el día a día de este aislamiento dentro de nuestros propios hogares. He tenido la oportunidad de participar en ella con esta de aquí:


Leer sigue siendo, pese a todo el panorama actual, un gusto al alcance de todos que siempre viene bien proponer, y más ahora que hay algo más de tiempo para ello. En esta tira pretendía transmitir cómo la lectura es capaz de rellenar el vacío que dejan todas las cosas de las que, temporalmente, estamos prescindiendo. Pero todo esto se puede ver mejor explicado en otro sitio, así que en ESTE ENLACE dejo la entrada de la noticia, desde la cual también podrá accederse al resto de viñetas de esta bonita iniciativa, a las que merece mucho la pena echar un vistazo.


¡Ataque inesperado!

Está siendo un período de muchos proyectos, que van desarrollándose de forma paralela. Este es uno de ellos, por ahora el de más envergadura -y de los que más ilusión me causa-, y que tras poco más de un año gestándose está pronto a ver la luz.



El resultado final no será solamente la ilustración a la que pertenece esta imagen, sino que estará acompañada de otras que formarán el conjunto total.

Tan pronto como salga mostraré el resultado final.

domingo, 12 de enero de 2020

Entre los sargazos

Dejo por aquí el proceso de la siguiente ilustración que subiré en breve. Se trata de una que me ha hecho especial ilusión hacer, pues está basada en un relato del escritor británico Wiliam Hope Hodgson, que en su relativamente corta carrera -pues finalizó trágica y prematuramente en una trinchera durante la Primera Guerra Mundial- fue capaz de dar al mundo una producción literaria realmente brillante. Entre sus obras destacan aquéllas ambientados en el mar, elemento que lo utiliza tanto de escenario como de personaje en sus historias de misterio, aventuras y terror. 

Y es que era el medio marino un elemento que Hodgson conocía bien, pues pasó una importante parte de su vida recorriéndolo, testigo de lo cual es el específico lenguaje naútico con el que se prodiga en sus obras. La inmensa cantidad de términos marítimos que emplea, así como el proverbial detalle con el que describe embarcaciones, elementos marinos y todo lo que tiene que ver con la vida en el mar, aporta un grado insuperable de realismo a la ya sólida ambientación fantástica de la que goza su literatura. 


Como ya he comentado en alguna entrada anterior, siempre me ha fascinado el mar, viéndolo como un universo aparte realmente misterioso, maravilloso y sobrecogedor, al pensar en esas profundidades que no ha visitado humano alguno. 

Por esto, los relatos de Hodgson siempre me han impactado, y desde aquí recomiendo encarecidamente la lectura de cualquiera de sus obras, pero especialmente la de aquéllas que se internan en la insondabilidad de los océanos.

martes, 31 de diciembre de 2019

Carteles 2019

Dejo aquí una selección de algunos carteles realizados a lo largo de este año 2019, con motivo de distintos actos, eventos y demás actividades culturales. Cada uno de ellos ha supuesto una oportunidad para acercarse a diversos temas desde diferentes ángulos, así como de explorar nuevas técnicas, procedimientos y composiciones.

En este cartel representé un paisaje en el que predominan las líneas horizontales, más sólido y estático, como base para la composición. Contrastando con este, introduje en primer plano la queimada, con formas más dinámicas. Aproveché sus llamas para aportar un elemento que dotara de más dinamismo a la composición general, en contraste con el aspecto estático del paisaje central, y elevara la composición hacia el cielo. Me pareció además que estas llamas actuarían bien para cohesionar el resto de elementos del dibujo. Finalmente, debido a la relación con la temática del Camino de Santiago, quise hacer una pequeña referencia a Compostela, introduciendo el cielo con estrellas que puede verse.


En este,  realizado para un Mercadillo Medieval, opté por una paleta de colores reducida, combinada con tonos tierra más neutros. Quería que los elementos de la composición remitieran a las ilustraciones de los códices medievales, concretamente a los del siglo XIV. Como en algunos trabajos anteriores, empleé elementos para romper el "borde" de la composición, y de este modo, las torres, plantas, yelmos y la divisa inferior se desbordan del marco que delimita la escena.

En este cartel para una fiesta de Halloween intenté evitar, en la medida de lo posible, las imágenes más típicas identificadas con este evento -calabazas, murciélagos, etc...-, y busqué una iconografía que recogiese elementos de terror más cercanos culturalmente, asociados a la festividad de Todos los Santos. Un ejemplo es la procesión de ánimas, que consideré doblemente adecuado representarla, pues el evento incluía otro desfile, un pasacalles. Introduje también castañas, típicas de estas fiestas, y la referencia al otoño con esas hojas volando por la escena.

Mención especial quería dedicar al fantasma que encabeza la procesión; me pareció una figura muy interesante, pues el vuelo del vestido y de su pelo permitía extender la figura en formas que podrían dar bastante juego. Sin embargo, al final decidí representarlo de manera más contenida, debido a su posición dentro la composición total.

Planteé el cartel en una gama de colores fríos, salpicada en ciertos puntos de colores más cálidos que aportaran un determinado ritmo cromático a la composición final.


Otro cartel para Halloween. Este lo planteé de otra manera, y empleé elementos un poco más típicos asociados a esta fiesta. De nuevo introduje otro fantasma, jugando con su "anatomía", y deformándolo para adaptarlo a los límites de la composición. Aproveché para emplear una gama de colores distinta a la que estoy acostumbrado a utilizar habitualmente.